Sus medidas son infartantes. Sus
95 -65-100 se reparten en su 1,80
m de estatura. Habla pausado y tranquilo, como quien
sabe qué decir y qué no. Tiene claro que aterrizó en el medio gracias a un
escándalo, pero hoy intenta correrse de ese lugar. Dice orgullosa que es Johanna
Villafañe (27), no Pombo, como se presentó cuando los programas de
espectáculos hablaban de ella y de su supuesta hermana, Pamela, de quien hoy
está distanciada.
Acaba de bajarse de la obra
teatral Cuatro colas y un funeral por problemas de pago e
incumplimiento de contrato.
–¿Estás con un conflicto laboral?
–No, quedó todo bien. No me
interesaba iniciar ningún tipo de acción legal, porque no soy de manejarme así.
Preferí hablar con los productores y que llegáramos a una solución de mutuo
acuerdo.
–¿Cómo es tu relación con Valeria
Degenaro?
–Me sorprendió Valeria. No fuimos
amigas ni buenas compañeras ni nada. La nada misma con ella. Surgieron algunos
conflictos, no nos llevamos, no tenemos cosas en común. No conectábamos.
–¿Había problemas de cartel?
–Me parece que el problema de
cartel lo tenía ella.
–Las más conocidas de la obra
eran ustedes. ¿Fue una cuestión de competencia?
–No quiero hablar de ella porque
no quiero generar líos ni peleas, pero sé que pidió saludar después que yo y no
me interpuse. Si pensaba que ese era su lugar… Dentro de la obra mi personaje
era uno de los más importantes, y yo apostaba a eso. No al cierre de la obra,
sino a la obra en sí. Yo no me voy a pelear con nadie por el cartel.
–Hace un tiempo se te involucró
con la prostitución VIP. ¿Cómo te cayó eso? ¿Cómo lo manejaste?
–No estuvo bueno. No me cayó nada
bien, porque no lo soy. Porque si fuera prostituta VIP no trabajaría y sería
millonaria. Vivo muy bien, no me puedo quejar, pero mi trabajo no es ese. No
tengo nada contra las chicas que lo hacen, pero mi situación no es esa. También
lo entiendo porque yo me muestro como vedette, como una chica del medio que
hace producciones de fotos jugadas y se puede confundir, pero estoy muy alejada
de eso.
–¿Estás en pareja?
– Sí, estoy de novia desde hace
un año y medio con Hernán Cao. Es empresario del calzado.
–¿Viven juntos?
–No. Vivimos cada uno en su casa
y nos llevamos muy bien así.
–¿La maternidad todavía no te
llama?
–Me parece que tener un hijo no
se proyecta. Se tiene que dar. La verdad que con él sí me gustaría. Siento que
podríamos formar una familia.
–Antes de estar en pareja con
Hernán, ¿te pasaba que los hombres sólo se fijaban en lo que sos por fuera, en
tu envase?
– Sí, me pasaba. Pero también
porque era yo que sólo mostraba eso. Después vas creciendo y te van importando
otras cosas también del otro. Antes yo elegía a un hombre porque me gustaba
físicamente y después empezás a querer otras cosas. Necesitás conectar con el
otro más allá de tener piel que, obviamente, es súper importante.
–¿Qué pasa en la calle? ¿Te
molesta lo que te gritan los hombres?
–La verdad es que no me gritan
cosas desagradables. Me dicen los piropos que a cualquier mujer le pueden hasta
parecer divertidos. Groserías no. A todas nos gusta que nos halaguen y nos
digan cosas lindas, así que lo tomo como lo que es, me gusta. No lo agrando ni
me hago la humilde. Me dicen cosas lindas y lo disfruto.
–Te cortaste el pelo, ¿a qué se
debió semejante cambio de look?
–Hubo muchos cambios, internos
sobre todo, de crecimiento. Justo me estaba separando de un ex que había sido
importante para mí y fue todo muy loco, muy rápido. De pensar que tenía todo
divino en mi vida a que sea todo la nada misma. Fue un empezar de nuevo. El
cambio me gustó y creo que me favoreció, porque soy alta y el pelo largo era
mucho. Cortarme el pelo fue como bajar un par de cambios.
–¿Cómo está tu relación con
Pamela Pombo?
–No tenemos relación. No nos
hablamos hace años. No me la crucé nunca más. No sé nada de ella.
–¿Se deben una charla?
–Pasó mucho tiempo; si se da,
bien, pero a mí no me gusta forzar nada. No tengo nada que preguntarle. Las
cosas se dieron así…
Puedo vivir tranquilamente sin
Pamela. Le agradezco porque las dos estamos en el lugar que estamos porque
fuimos –de alguna manera– socias en lo que quisimos hacer y nada más.
–¿Un deseo?
–Participar del Bailando.
Quiero un lugar con mi nombre no como una de las chicas que ingresaron al medio
por el escándalo, porque también hay otra persona detrás de todo eso. Una chica
que sigue soñando y tiene ganas de seguir creciendo.
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